28/10/07

La escuela en la que creo (4 y final, de momento) - una clara identidad

El asunto de la identidad es para mí imprescindible. Uno de los factores más educativos que conozco es la coherencia personal, pero aún es más potente la coherencia de un colectivo. Y no sólo desde parámetros de eficacia sino como signo inequívoco de que la comunión es posible, de que un conjunto de personas auténticas pueden formar una comunidad también auténtica sin necesidad de dejar de ser cada uno quien es.
Abordar las características de la buscada identidad es delicado. Supongo que uno puede intuir por dónde puede ir a la vista de todo lo escrito hasta ahora, pero no voy a dar una descripción detallada ya que, si realmente estamos dispuestos a lograr una identidad compartida, no la podemos definir previamente. He vivido la experiencia de los que intentan este consenso desde la fórmula de yo pongo las normas y te invito fraternalmente a que las acates y seas uno conmigo: qué gran engaño para todos, muchas veces con la mejor de las intenciones (y la peor de las inconsciencias). Sólo siendo absolutamente consciente de que conseguir una identidad colectiva conlleva una sincera apertura al cambio, ésta se puede alcanzar. No se consigue negociando y cediendo, sino escuchando y convergiendo "el viento sopla donde quiere y tú oyes su silbido; pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así le sucede al que ha nacido del Espíritu."
Alguna persona podrá pensar que mi propuesta es demasiado indeterminada, sí entiendo que debe haber un núcleo común de partida, también para ayudar a la clarificación de los que quieran unirse al proyecto. No se puede cambiar drásticamente de proyecto cada vez que llegue alguien nuevo. Sin embargo, es necesario un trabajo muy intenso para conseguir la convergencia de todos al proyecto común; cambiando adoctrinamientos por vivencias compartidas y ayudando siempre a discernir a la persona dónde está su sitio. No creo que haya una sola identidad válida y uno debe encontrar la suya.
Este planteamiento limita drásticamente las posibilidades de adhesión, ya que las líneas a seguir deben permitir esta plasticidad en la génesis del proyecto. Desde mi limitado conocimiento, la persona que mejor ha conjugado estos valores, que supo hacer comunidad y no gregarismo, que consiguió autoridad y permitió y fomentó que las personas crecieran en libertad, es Jesús de Nazaret. Creo en un escuela que busca su identidad a la luz del Evangelio de Jesús y, sobre todo, a la luz del modelo de relación personal que él propone y practica con maestría. Otra orientación más reciente pero, a mi juicio, con grandes similitudes en lo que a la relación se refiere, es la orientación centrada en la persona (iniciada por Carl Rogers). Existen experiencias muy interesantes en educación siguiendo esta orientación y creo que también me sentiría cómodo con este referente, aunque me faltaría algo.
Aquí termino, de momento, mi reflexión acerca de la escuela. Ya me satura tanta idea.

12/10/07

La escuela en la que creo (3) - abierta a la espiritualidad

Es una consecuencia de todo lo anterior. Si la relación se da entre personas auténticas, se dará entre personas completas, desde sus dimensiones cognitiva, afectivo-emocional y, sin duda alguna, espiritual. No todas las personas tienen creencias religiosas -ni creo que sean imprescindibles para el acontecer de Dios- pero, de una u otra forma, todos manifestamos una dimensión espiritual que se abre a las preguntas que sobrepasan la razón (meta-cognitivas dicen algunos), al SENTIDO de la vida, a la dolorosa FINITUD.
Creo en una escuela valiente que afronta sin miedos ni prejuicios esta dimensión. Una escuela que no cae en la trampa de que es un ámbito privado, que defiende una supuesta "libertad" para esta dimensión y no para las otras. Un educador de la escuela en la que creo nunca atropellará la libertad de nadie, en ningún ámbito. Como mucho, y ya es mucho, propone. Ha aprendido que su vida es su magisterio y no utiliza métodos "invasivos". Pero no evita hablar de una parte importante de su ser; no se cercena una porción de sí mismo para entrar a un aula.
Y desde los más pequeños; los niños no son inválidos y mucho menos en su espiritualidad. Lo puedo ver cada día en la vida de mi hija. Se hacen miles de preguntas a las que tendemos a dar respuestas que ni nosotros mismos tenemos, con resultados a veces insultantes para la inteligencia humana. Creo en una escuela con capacidad de escuchar y acompañar las dudas y a sus dueños. ¿Por qué admitimos entre adultos que no hay respuestas seguras pero nos conformamos con chapuzas para los niños? La PERSONA no depende de una coordenada temporal, lo es porque ES.

Reflexiones e intuiciones de un caminante y compañero de caminos. Ideas que me hacen crecer.