31/3/23

EL FRÍO

     "En ocasiones, me protejo intentado mantenerme ocupado mientras pasa el temporal", se decía nuestro viajero a sí mismo. Y enredado en sus pensamientos, cayó en la cuenta de que durante la inmensa mayor parte de la historia de la humanidad, la vida se jugaba en el exterior. Sobrevivir era conseguir alimento, refugio, cuidar de los allegados y, si había algo de fortuna, todavía quedaba algo de tiempo para los placeres y desdichas de los afectos. 
    Pero ese no era el mundo en el que a él le tocaba vivir. Sobrevivir ahora era una batalla dentro de su mente. Habiendo siempre un techo para protegerse de la tormenta, rara vez había cobijo para resguardarse de los temporales interiores. Habiendo siempre una casa donde resguardarse, rara vez había un hogar donde simplemente ser ya era vivir. Incluso bromeaba imaginando una escena en donde un odioso dios, vengativo como el de Babel, se burlaba de los hombres de este tiempo: "¡A ver cómo os libráis ahora de este frío que viene de dentro, vosotros que os habéis cubierto de mil capas para estar siempre cómodos y que inventáis mundos falsos para no tener que salir al verdadero!"
    Afortunadamente, aunque nuestro viajero solía despertar sobresaltado de sus ensimismamientos, también conseguía avanzar un pasito diminuto en su búsqueda de sentido. Mantenerse ocupado le ayudaba a evitar centrarse en ese intenso frío interior, mientras buscaba el modo y las fuerzas para librarse de él. De ese páramo helado al que algunos llaman soledad. 

Reflexiones e intuiciones de un caminante y compañero de caminos. Ideas que me hacen crecer.