¿Y qué pasa cuando no me pasa nada?
¿Por qué si no siento me procupo?
¿acaso no me siento preocupado?
¿Por qué crece la distancia y ni me inmuto?
¿Por qué no me derrumbo?
¿Por qué sigo firme y erguido?
No sé si he perdido mi vida tortuosa
o si este no sentir es mi enemigo,
pero estoy tranquilo,
y sigo.
No sé si estoy viviendo,
pero estoy vivo.
Tendría que importarme y no me importa.
Sigo.
Miro alrededor y veo claro, blanco, diáfano.
No saturo los colores, las ideas ni los nervios.
Sólo estoy.
Sereno y vivo.
Esto es nuevo y me invento que me asusta,
pero miento.
La verdad es que acepto lo que siento:
que no siento.
Quizá está llegando
el cambio que anhelo.
Quizá no sé reconocerlo.
Quizá haya una semilla de lo viejo,
dudando de lo nuevo.